Crónica local
Entre las montañas andinas del sur del Ecuador, en las riberas del río Tomebamba y atravesada además por los ríos Tarqui, Yanuncay y Machángara, se levanta majestuosa Santa Ana de los Ríos de Cuenca, enclavada en la hoya del río Paute, a unos 2.550 metros sobre el nivel del mar. Su clima templado, con una temperatura promedio de 16,3 °C, envuelve a la ciudad fundada por el español Gil Ramírez Dávalos, quien le otorgó su nombre en honor a Santa Ana.
Conocida como la Atenas del Ecuador, Cuenca ostenta ese apelativo por su inigualable riqueza arquitectónica, su diversidad cultural y su fecunda producción artística y literaria. De su seno han surgido figuras ilustres que han marcado la historia del país: Benjamín Carrión, Abdón Calderón Garaicoa, Dolores Veintimilla, Carlos Cueva Tamariz, Miguel Febres Cordero, Jefferson Pérez, Rolando Vera, entre otros cuencanos de renombre y valía.
LA ATENAS DEL ECUADOR
En tiempos recientes, el pueblo cuencano —orgulloso de su herencia cañari y del temple de su mestizaje— se alzó como un solo cuerpo, al unísono, para pronunciar un no rotundo a la minería extractivista. En sus venas corre la fuerza del trabajo, la dignidad y la defensa de la tierra; en su habla, el mestizaje cultural se manifiesta en un “cantadito” singular, mezcla viva de lo hispano y lo cañari, que confiere identidad y musicalidad a su palabra.
“El pueblo cuencano —orgulloso de su herencia cañari y del temple de su mestizaje— se alzó como un solo cuerpo”.
Loor a esta hidalga tierra, ejemplo de unidad y coraje. En su efeméride de independencia, Cuenca vuelve a recordarnos que la cohesión es el camino, que “juntos podemos” y que el destino de los pueblos se construye con dignidad, no con división ni falacia. La morlaquía nos enseña que la unión es fuerza y que los procesos colectivos son la base de la libertad.
Hoy, más que nunca, Cuenca merece ser llamada libérrima e ínclita. En estos tiempos de obnubilación cívica, debería añadirse a su Escudo de Armas una nueva insignia: su defensa a ultranza del páramo y del agua, símbolos de vida y esperanza para las futuras generaciones.
Más allá de los ires y venires políticos, económicos y sociales, lo que distingue al Azuay es la profunda valoración de su gente por su entorno, por su tierra fértil y su agreste geografía andina. Cuenca, ciudad símbolo, guarda para sí la feminidad y el temple de su eterna musa: la chola cuencana.
Pie de Foto: Vista nopturna de Cuenca. Foto: El Azuayo.
Así, entre historia y canción, entre piedra y río, Cuenca sigue siendo poesía hecha ciudad, cuna de cultura, resistencia y amor por la tierra.
"Chola mi chola cuencana, capullito de amancay… sonríele, castañuelas, hilachos del rondador… eres la España que canta en Cuenca del Ecuador… tan… tan…”.
Cuenca, conocida como la “Atenas del Ecuador”, destaca por su patrimonio cultural, su arquitectura colonial y su entorno natural rodeado de montañas y ríos. Su centro histórico, declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO, conserva templos, balcones y calles empedradas que evocan la historia mestiza de la ciudad. Además, Cuenca es un referente de arte, educación y tradición artesanal, con expresiones como la cerámica, el tejido del sombrero de paja toquilla y la joyería, que reflejan la creatividad y la identidad de su gente.
Pie de foto: Vista de monumentos arquitectónicos de Cuenca / Foto: Best Trip Ecuador
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