Crónica Social
Cada día comienza con un gesto pequeño, casi imperceptible, pero profundamente significativo: un pinchazo en el dedo, una gota de sangre y una pantalla que, en segundos, revela una cifra. Ese número puede dictar lo que se come, lo que se evita, si se camina más de la cuenta o si se necesita reposar.
La diabetes no llega con anuncios ni advertencias claras. A veces aparece tras años de descuidos, otras se hereda sin que nadie lo espere. No distingue rostros, edades ni géneros; simplemente irrumpe y cambia la forma de relacionarse con el cuerpo y los hábitos diarios.
LA DIABETES NO GRITA, PERO CAMBIA EL RITMO DE TODA UNA VIDA.
El cuerpo suele enviar señales: una sed que no se sacia, un cansancio persistente o una herida que tarda en cicatrizar. Son avisos silenciosos que muchos ignoran hasta que el diagnóstico obliga a detener la rutina y a mirarse de otra manera.
La enfermedad no solo vive en el cuerpo, también se instala en el calendario. Todo se convierte en cálculo, en horarios, en medidas precisas. Los almuerzos improvisados desaparecen, las meriendas dulces se sustituyen por porciones controladas y las caminatas se vuelven parte del tratamiento.
Algunos piensan que vivir con diabetes es perder: perder postres, perder espontaneidad. Pero quienes aprenden a convivir con ella descubren otra cara: la de la disciplina, el autocuidado y la fuerza de tomar el control de cada decisión cotidiana.
La prevención no es sinónimo de miedo, sino de amor propio. Comer mejor no significa resignarse, sino elegir con inteligencia. Hacer ejercicio no es un castigo, sino una forma de proteger el cuerpo. Cuidarse es también una manera de quererse.
En muchas familias, la palabra “diabetes” ya no es desconocida. Se escucha en cocinas, en salas de espera y en conversaciones entre vecinos. Sin embargo, aún existen mitos que la encasillan como una enfermedad de “mayores” o de quienes “comen mal”. La realidad es que cualquiera puede enfrentarla.
Aceptar el diagnóstico no es rendirse. Es asumir un compromiso con la vida: cambiar hábitos, escuchar al cuerpo, informarse y acudir a controles médicos. Cada paso, cada decisión, puede marcar la diferencia entre complicaciones y bienestar.
Pie de Foto: "Cada lectura aporta claridad interna: una mañana sin mareos, una tarde en equilibrio. Un pequeño triunfo cotidiano". Foto: HealthCentral (revista de salud digital).
Aunque el azúcar deje de endulzar, aún se puede encontrar dulzura en la tranquilidad de un examen estable, en la energía recuperada después de una caminata, en el apoyo de la familia y en la satisfacción de cuidar el propio cuerpo.
LA VERDADERA DULZURA NACE DEL EQUILIBRIO Y DEL AMOR POR LA VIDA.
La verdadera dulzura ya no está en una bebida o un pastel, sino en la constancia y el equilibrio. En descubrir que la vida, aunque con límites, sigue siendo plena cuando se aprende a vivir con conciencia y amor propio.
Pie de foto: Vulnerabilidad social en personas con diabetes / Foto: Revista Diabetes.
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